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LAS COSAS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO DE MARIANA ENRIQUEZ

 

                                                                                    

    ¡Hola gente!

    Hoy os traigo una nueva reseña, Las cosas que perdimos en el fuego, escrita por la autora Mariana Enríquez. Vamos con la ficha técnica:

Título: Las cosas que perdimos en el fuego.

Autora: Mariana Enríquez.

Editorial: Anagrama.

Género: Relatos de terror.

SINOPSIS

    Las autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo, que sólo tenía nueve años; hikikomori, magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios abandonados o encantados... En estos doce cuentos el lector se ve obligado a olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un terror tan hondo como verosímil.

SOBRE LA AUTORA
                                            
    Mariana Enríquez es una escritora y periodista argentina, parte de la corriente denominada "nueva narrativa argentina", y conocida por abordar temas terroríficos, oscuros y siniestros desde una perspectiva que combina lo esotérico y lo político-social (especialmente centrada, evidentemente, en la historia de Argentina).

    Entre sus obras destacan las colecciones de relatos, como Los peligros de fumar en la cama o esta Las cosas que perdimos en el fuego. También ha escrito ensayo, como su conocido paseo por algunos de los cementerios más ilustres del mundo en Alguien camina sobre tu tumba o el inclasificable El año de la rata.

    Además, ha publicado cuatro novelas: sus dos primeras más centradas en las problemáticas sociales de la juventud argentina (Bajar es lo peor y Cómo desaparecer completamente), y sus dos últimas más enfocadas hacia lo fantástico (Este es el mar) o sobrenatural (la multipremiada y reconocida Nuestra parte de noche, donde hace una revisión de la historia política de Argentina al tiempo que cuenta una historia de terror).

OPINIÓN

   Si tuviera que decir algo que odio de la tónica general de LA CRÍTICA cuando aborda una novela de terror, es el empeño por defenestrar toda aquella obra del género que no incluya algún tema social o alguna rimbonbancia en la forma. De estas absurdeces, luego nacen etiquetas como la temible "terror elevado", y los prejuicios que se tienen contra el género. 

    Por eso, me molesta un poco que lo que más me haya gustado de la recopilación de Mariana Enríquez sea,  precisamente, su capacidad para aunar lo social con lo terrorífico. Sus relatos son siniestras piezas en las que la autora no solo te cuenta una historia de fantasmas, de monstruos o un creppypasta, sino que también los emplea para hacer una crítica sobre las problemáticas que aún perviven en la sociedad argentina (así como en muchas otras): la marginalidad, los abusos a menores, la pobreza, las secuelas de la dictadura, la corrupción o la violencia de género. 

    Aparte de esto, Mariana Enríquez tiene una forma muy gótico/realista y macabra de entender el género, con sus chicas tristes y autodestructivas, la atracción fatal de sus personajes por el concepto de la muerte, o la vinculación de sus historias a las leyendas y el folclore más ancestral. No obstante, en general hay un poco de todo y muy variado en esta antología, y como suele ser común en estas reseñas, procedo a hacer un breve comentario de los relatos, ordenado del que menos al que más me ha gustado.


12. Nada de carne sobre nosotras.
    
    Precisamente en este relato, protagonizado por una muchacha que se obsesiona con una calavera que encuentra en la calle, es donde se aúnan dos de los temas que he mencionado antes: las protagonistas tristes y el anhelo por la muerte.

    La obsesión de la protagonista por Vera, el cráneo que incluso se lleva a su casa (y a la que pone nombre y todo, ya veis), puede representar el ansia por la consunción que conlleva la muerte, iniciando la narradora un camino que va encaminado hacia la no-existencia. Precisamente de su intención por dejar de comer para parecerse a su esquelética amiga, nace el macabro título de este cuento.

    El problema es que me ha parecido de los menos completos y concluyentes de la antología, más una idea de la autora que ha plasmado sin que esta vaya a algún sitio interesante en verdad. De los más flojitos.

11. Tela de araña

    Un matrimonio en el límite de lo abusivo, un encuentro con la familia que sale mal, y un viaje a Paraguay con la prima moderna y esotérica de la esposa cada vez más harta y cansada del impresentable con el que se casó. 

    El paradigma cambia cuando, tras una avería en carretera, tienen que quedarse en un hostal perteneciente a una localidad donde se cuenta que ha habido varias desapariciones inexplicables. 

    Aquí, lo sobrenatural es apenas algo que se insinúa y que podría tener otras muchas explicaciones. En la historia funciona como un suceso que desencadena la liberación de la protagonista, poniendo fin a una situación de la que se veía incapaz de salir por sí misma.

    Tiene su encanto, está muy bien escrito, y los personajes y situaciones se sienten muy reales. El problema es que apenas dice mucho de nada, y para cuando se está poniendo interesante, de golpe, termina.

10. Verde rojo anaranjado.

    El fenómeno social hikikomori, salud mental y las perversiones de la deep web se dan la mano para presentarnos un relato sobre una amistad truncada cuando una de las partes decide recluirse en su habitación y vivir a través del mundo virtual. 

    Tiene un regusto siniestro, profundamente melancólico y perturbador, que no obstante, no termina de explotar. 

    9. Fin de curso.

    Un cuento macabro que es una leyenda urbana, una cadena de terrores y fantasmagorías que se transmite sin remedio como si de una enfermedad infecciosa se tratase. 

    Adolescencia femenina, una compañera que se autolesiona de formas bastante asquerosetas, y un elemento sobrenatural grotesco. El final es abierto, y te deja pensando en la siguiente víctima de esta curiosa maldición.

8. Los años intoxicados.

    Aquí va uno de esos relatos que aprovecha la coyuntura histórica de una argentina en sus peores momentos para hablarnos de la juventud de la época. El mundo se va a la mierda, y los jóvenes se enganchan a las drogas y a la cultura emo. 

    La pandilla de amigas protagonista de este relato se embarca en un círculo de decadencia, hastío y desesperanza que se las va comiendo moralmente hasta que llega la catástrofe del final del relato. 

    No es de terror (o al menos no de manera convencional), pero me parece uno de los cuentos que mejor saben recoger el estilo y la atmósfera de la literatura de Mariana Enríquez.

7. La hostería.

    Uno de casas encantadas, salvo que sustituimos ésta por una hostería que reproduce los ecos del uso que le era dado durante la dictadura argentina. Los fantasmas de las víctimas y de las atrocidades de aquella época son incapaces de descansar en paz, y de nuevo, esta trama se ve entremezclada con otra más corriente: la adolescencia de dos amigas en pleno despertar sexual.

6. Las cosas que perdimos en el fuego.

    Llega el relato que da nombre a la antología, y que aborda uno de los temas más sociales en los que se embarca la novela: las altas tasas de feminicidios en Argentina. 

    En una forma macabra de protesta, un grupo de mujeres deciden rebelarse frente al machismo de una manera espantosa y que no pasa desapercibida para el resto de la sociedad: se queman a sí mismas, en piras públicas.

    La protagonista asiste (en principio como testigo, aunque el final te da indicios de que igual pronto tiene una participación más activa) a la incorporación progresiva de su madre a este movimiento, al tiempo que reflexiona sobre uno de los problemas más graves y tristes a los que tienen que hacer frente aún a día de hoy las sociedad presuntamente civilizadas.

5. Pablito clavó un clavito.


    De la mano de un guía turístico hacemos un recorrido por la vida de uno de los criminales más infames de la historia de Argentina: el Petiso Orejudo. 

    Al mismo tiempo, el protagonista del relato comienza a establecer paralelismos inquietantes entre la personalidad de este criminal y la forma en que aborda su reciente paternidad. 

    De nuevo, con un final abierto y que deja muy inquieto al lector, Mariana Enríquez nos mete en un tour del terror sobre uno de los psicokillers más temibles. No sé si seré yo la única a la que los seres humanos atroces le dan más miedo que los monstruos ficticios de película.

4. El patio del vecino.

    Dicen que dos de los eventos más estresantes en la vida de una persona son: mudarse y perder el trabajo. 

    La protagonista de este relato justo se encuentra inmersa en estas dos situaciones, que han sido el detonante de una depresión que su pareja no gestiona demasiado bien. Esta situación se enrarece cuando la narradora empieza a percatarse de que algo raro pasa en la casa del vecino de al lado. 

    Se desata la obsesión, y al sospechar que un menor puede estar en peligro, aquella se entremezcla con la culpa por las circunstancias que rodearon el despido de la protagonista. Pero puede que las cosas no sean exactamente lo que parecen.

    Con una tensión que aumenta de manera progresiva, el clásico juego del personaje que duda de su propia cordura (trasladando esta inquietud al propio lector), y un final perturbador y que descoloca al lector, este es uno de los relatos más terroríficos de la antología.

3. El chico sucio

    El relato que abre la antología y uno de los más potentes, en mi opinión. 

    Una mujer privilegiada en un barrio poco recomendable, un niño en riesgo extremo de pobreza (y de cosas aún más horribles, si esto acaso es posible), y cultos peligrosos capaces de desencadenar terribles acontecimientos. 

    Una historia que empieza siendo una radiografía excelente y tristísima sobre la vulnerabilidad de los niños en situación de exclusión social, y que poco a poco se convierte en una historia macabra con indicios de brujería. Lo mejor, a diferencia de otros relatos de Enríquez en los que hubiese deseado más concreción, es su final abierto a cualquiera de las dos opciones que plantea la autora. 

      ¿Es más peligrosa la violencia humana o la sobrenatural?

2. Bajo el agua negra

    Aquí viene uno de los cuentos más reputados de la Enríquez, en un homenaje a H.P. Lovecraft, que es al mismo tiempo una crítica voraz a la corrupción de la justicia, al abuso policial, y a las estructuras de poder heredadas de la dictadura. 
    
   Una fiscal que se traslada a un lugar poco recomendable para investigar unas muertes y desapariciones misteriosas en un río. Parece que es un caso de brutalidad policial, por el perfil de las víctimas y también por la resistencia de las autoridades de la zona a colaborar con ella. 

    Pero, ¿y si la aparente impunidad esconde una realidad que va más allá de lo que el ser humano puede entender y abarcar?

    1. La casa de Adela

Unos niños en un verano donde no hay nada que hacer, y una casa abandonada en el vecindario sobre la que se cuentan cosas muy chungas. Cómo intuiréis, la cosa va a acabar muy mal.

   La narradora evoca ese verano con su amiga Adela y su hermano, en el que una travesura inocente salió rematadamente mal, con implicaciones nefastas para todos los implicados. No quiero decir nada más, solo que cuidado los que crucéis el umbral de esta casa, porque aún a día de hoy, recordando los párrafos finales se me pone la piel de gallina.

CONCLUSIÓN

    Para aquellos que quieran acercarse a la literatura argentina contemporánea, para los que saben que el terror puede ser cualquier cosa que el autor o autora se proponga, para los amantes de los relatos cortos con finales abiertos, para los que no tienen miedo de acercarse a una novela de género porque saben que puede ser tan buena o mejor que cualquier obra que no lo sea.

NOTA
8,5



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