ESPECIAL SPOOKY SEASON II: EL EXORCISTA MEETS EVIL DEAD MEETS LOS NIÑOS DE SAN JUDAS O RESEÑA DE LOS CHICOS DEL VALLE DE PHILLIP FRACASI
¡Hola gente!
Siguiendo con la temática de la Spooky Season, hoy os traigo una nueva reseña, Los Chicos del Valle escrita por Phillip Fracassi. Vamos con la ficha técnica:
Título: Los chicos del Valle
SINOPSIS
Orfanato para niños de San Vicente.
Principios del siglo XX, en un remoto valle de Pensilvania.
Bajo la atenta mirada de varios sacerdotes, treinta chicos trabajan, se instruyen y rinden pleitesía al Señor. Viven sus vidas de forma metódica y se llevan bien a pesar de tener personalidades y pasados diferentes.
Peter Barlow, huérfano desde la infancia, ha forjado una nueva vida entre sus muros y, a medida que se acerca a la edad adulta, echa la vista atrás y ve que ha conseguido un grupo de amigos, un futuro, una familia...
Una noche de tormenta, un grupo de hombres llega hasta las puertas del orfanato, uno de ellos malherido, con el cuerpo cubierto de símbolos extraños grabados en su piel. Tras su muerte, se libera un antiguo mal, y pronto, los chicos, empiezan a actuar de forma diferente...
Ahora, Peter y aquellos a los que consideraba sus hermanos, deben elegir bando, sabiendo que sus vidas, y tal vez sus almas, están en juego.
AUTOR
Phillip Fracassi es un escritor y guionista estadounidense, autor de relatos y novelas esencialmente pertenecientes al género de terror.
En España está siendo editado por Dilatando Mentes Editorial, quien ha publicado dos de sus colecciones de relatos weird Bajo un cielo lívido y Contemplad el vacío. Recientemente esta editorial ha sido la encargada de traer al español una de sus novelas más aclamadas: Los chicos del valle.
ARGUMENTO
Cuando hablamos de obras relacionadas con la posesión, hay que tratar cuanto antes el elefante en la habitación: El exorcista de William Peter Blatty (si has leído la novela, como yo no he hecho) y William Friedkin (si has visto la película, como yo sí he hecho).
Esta historia no es solo uno de los dramas sobrenaturales más estremecedores, sino que definió todo un subgénero de terror, estableciendo unos patrones de los que en ocasiones es complicado salir y que en consecuencia hacen que este tema sea muy fácil de saturar.
Resulta absurdo negar esa influencia en la obra que nos ocupa, especialmente porque Los chicos del valle no es solo una historia de posesión, sino que además dicha infestación es de tipo demoniaco, entendiendo el demonio desde su concepción judeocristiana tal y como hiciera la obra de referencia.
Porque en mi opinión esta novela no solo pertenece al subgénero de posesiones sino también al del terror religioso. El demonio es maldad pura, pretende arrebatar el alma de las personas y pervertir algo tan puro como la inocencia infantil de unos niños vulnerables y desamparados en un orfanato.
Por tanto conceptos como el sacrificio, la bondad, la oración, la fe o Dios son muy importantes en la historia, especialmente si tenemos en cuenta que no solo los niños del orfanato sufren los estragos de este demonio (¿o demonios?) sino que su influencia también acaba afectando a los sacerdotes que se hacen cargo de los huérfanos.
Si bien hay algunas resoluciones de trama que están efectivamente influidas por la creencia en la bondad cristiana y el sacrificio (algo que me ha hecho enarcar un pelín la ceja pero que no deja de ser otro tópico más dentro del subgénero), hay otras dos influencias que presenta la obra y que le dan un toque que sin ser especialmente original, huele un poco a nuevo (aparte de lo francamente bien construidos que están los personajes, como ya abordaré más adelante):
1. Tal y como sucede en la saga de películas de terror de Sam Raimi Evil Dead (o Posesión Infernal en España), aquí se deja de lado el terror más psicológico y dramático del Exorcista, para dar paso a un demonio caótico que busca activamente el mal y que comienza una guerra de bandos entre los niños del orfanato. Tal y como sucedía en las películas de esta franquicia, hay momentos bastante gore, muertes sangrientas y una entidad maligna muy activa (y perversamente ingeniosa) que no se limita a tomar el alma del poseído y destruir su psique, sino que también se dedica a malmeter y extender su perniciosa influencia sobre unos niños que están a un tris de estallar. Aquí el propósito es acabar con todo quisque, vaya.
2. Pero es que además los niños que conforman el elenco de esta novela no son tiernos corderitos ajenos a los males de este mundo. Se trata de personitas abandonadas o maltratadas por quienes tenían que cuidarles, que han vivido en sus propias carnes la pobreza, la inmundicia, el hambre, la violencia, la pérdida o el duelo. Algunos de ellos aún conservan su bondad, otros intentan reprimirla porque han aprendido que solo sobreviven los fuertes, y los menos se han abandonado a la ira total y absoluta que predice futuros criminales en la vida adulta.
Esta situación que ya de por sí presenta un campo de juego muy goloso para cualquier demonio devora almas, aumenta de gravedad por el contexto en el que estos niños viven y en el que se da la posesión: un orfanato donde son brutalmente reprimidos, disciplinados y maltratados. Y para más inri en nombre de Dios, así que algunos de ellos están tan hartos, tan cansados y vejados, que serán una presa fácil para el demonio.
Precisamente gracias a esta ambientación tan fresca y diferente en el subgénero (he leído y visto libros o pelis ambientadas en conventos, pero menos en orfanatos), he podido detectar otra posible influencia o por lo menos una obra que como la que nos ocupa se hace eco de los maltratos y abusos que se producían en este tipo de lugares: Los niños de San Judas, película dirigida por Aisling Walsh, y que sin tener ninguna trama sobrenatural provoca un terror diferente, peor porque es más real y que te deja el cuerpo bien revuelto.
Sin llegar a tal nivel de maltrato y abuso como el reflejado en esta película, Fracassi aprovecha las relaciones jerárquicas y los roles de poder y dominación que existen entre los miembros del clero y los huérfanos para aumentar la tensión de una manera muy lograda y que te mantiene pegado al libro como lector.
Nota: 8
A continuación nos extendemos un poquito más en este tema a través del apartado de:
AMBIENTACIÓN
Como he expuesto en el apartado anterior uno de los elementos más frescos de la historia es la ambientación en un orfanato del valle de Pensilvania a principios del siglo XX.
Y San Vicente es justo el tipo de sitio que cualquier descreído de la Iglesia Católica se imaginaria: un lugar donde la disciplina ejercida a través de golpizas está a un paso de cruzar el límite hacia los retorcidos juegos de humillación y poder.
Resulta interesante observar como la presencia demoníaca altera este status quo, las distintas jerarquías entre los niños o las formas en que los sacerdotes se relacionan con ellos y hacen un mal uso del poder que la sotana les otorga.
Evidentemente el diablo llega para trastocar todo esto, de tal forma que los otrora amigos se convertirán en enemigos y aquellos cuyas almas sean más débiles sucumbirán a la perniciosa influencia de este ente.
Por supuesto esta ambientación se complementa a la perfección con una caterva de personajes muy bien logrados:
Nota: 8
PERSONAJES
Los chicos del valle es una novela coral y podemos dividir los personajes claramente en dos grupos:
1. Los huérfanos.
En este grupo destaca quien yo diría que es el personaje protagónico, Peter, un chico de 16 años que ya nos es presentado por el autor en un prólogo donde se explica como quedó huérfano siendo varios años más pequeño.
Siendo el único personaje que narra en primera persona (para el resto el autor utiliza la tercera), somos testigos de su personalidad capaz y tierna con el resto de los niños, respecto de los que ha adoptado un rol paterno al tratarse de uno de los huérfanos de más edad. Al mismo tiempo sus dudas entre dedicarse al sacerdocio con la guía espiritual del padre Andrew o la posibilidad de formar una familia con Grace, la hija de un granjero de los alrededores, sirve al autor para hablar del sacrificio y otorga al desarrollo de este personaje un trasfondo trágico que me ha gustado (aunque la parte del sacrificio cristiano, como digo, me cuesta un poco más tragarla).
Respecto al resto de chicos destaca David, como otro de los huérfanos mayores que tiene una relación de camaradería lejana y respeto con Peter. La diferencia es que, mientras que Peter se da al resto de niños, David es más distante, utilizando una coraza que se ha construido para evitar volver a sufrir daños y desengaños por parte de los demás.
Y por supuesto debemos mencionar a uno de los niños más afectados por la posesión, como es Bartholomew, quien en apariencia se presenta como un chaval con cierta dificultad para integrarse con los demás, hasta que cierto acontecimiento mencionado en la sinopsis provoca que su personalidad pegue un giro de 180 grados. Evidentemente, no para bien.
Pasemos ahora a los sacerdotes:
2. El clero.
Este grupo de personajes es tan o más interesante que el de los niños, ya que representan distintas formas de entender la fe y cómo debe transmitirse a las generaciones más jóvenes.
Tenemos por un lado al padre Andrew, quien es uno de los sacerdotes más tolerantes y flexibles en lo que respecta a los niños. Es consciente de que la férrea disciplina del padre Poole (quien vendría a ser el mandamás) podría considerarse maltrato, pero reconozco que su pasividad ante las fechorías de este hombre me ha parecido de una cobardía inaudita. Supongo que todo se debe al respeto a las jerarquías que inunda las instituciones católicas, pero creía que el autor iba a aprovechar para que el demonio jugara más con la mente del padre Andrew, aprovechándose de su evidente debilidad de carácter.
Por otro lado, tenemos al padre Poole, el sacerdote más hijo de puta de todos. Un cabronazo de moral rígida (con traumita infantil incluido, del que por supuesto el demonio se aprovecha para atormentarlo. Bien merecido se lo tiene, en mi opinión), que abusa de su autoridad con los niños, desquitándose con ellos y mostrando cero empatía ante sus circunstancias y ante al hecho de que, a fin de cuentas, son niños. Por mucha manía que le tomes está francamente bien construido y protagoniza varios momentazos muy tensos en la historia.
Por último tenemos a otro de los personajes más interesantes, como es el Hermano Johnson, un hombre que se ve obligado a tomar los hábitos para escapar de un destino en la prisión. Alguien cuyo pasado se insinúa muy oscuro, pero que al mismo tiempo resulta ser uno de los personajes más grises y humanos de la novela. Parece que disfruta siendo el perro de presa del padre Poole, castigando a los niños cada vez que éste se lo ordena, pero al mismo tiempo tiene destellos de compasión interesantes. Es un hombre débil y también cobarde, que intenta mutilar cualquier simpatía que los niños le puedan provocar, y que tiene uno de los desarrollos más interesantes de todo el libro.
Sin duda, creo que los personajes son uno de los puntos más fuertes de esta novela.
Nota: 8,5
PLUMA
En sus dos novelas anteriores, las compilaciones de relatos Contemplad el vacío y Bajo un cielo lívido, la prosa de Fracassi me resultó algo enrevesada en ocasiones. Pero claro, hay que tener en cuenta que estas dos antologías se suscriben en el subgénero weird del terror, así que lo ambiguo es marca de la casa.
Por el contrario, en esta novela Philip Fracassi escribe como si se tratara de un clásico, con una narrativa compleja en su sencillez, muy visual, efectiva, que parece que le sale como algo natural. Y eso me parece muy pero que muy difícil de lograr, alcanzar lo tridimensional a partir de lo (en apariencia) elemental. Además, Fracassi consigue aunar de maneras extrañas la belleza y el horror, la sensibilidad y la brutalidad. Me gusta mucho su pluma.
Nota: 8,5
INTRIGA
Si bien hubo acontecimientos y giros en la trama que no vi venir (especialmente respecto de algunos personajes cuyo destino lamenté), en general creo que no hubo nada que me sorprendiera. Lamento decir que el final me parece tristísimo, pero conforme iba pasando las páginas comencé a sospechar que algo así podría suceder. En general, creo que mantiene la tensión muy bien y eso hace que el lector sienta ganas de leer sin parar para saber qué va a suceder.
Nota: 7,5
COHERENCIA
Cuando terminas de leer esta novela te da la sensación de que el autor ha contado justo la historia que quería contar. Los viajes de los personajes, cómo avanza la trama y las temáticas que se abordan culminan satisfactoriamente y creo que toda la estructura está dotada de un sólido nivel de coherencia interna.
Nota: 8,5
DISFRUTE
La novela se disfruta en general y mantiene un ritmo bastante bueno. Engancha, como quien dice. Bien es cierto que hubiese deseado algo más de locura y exageración en el clímax, que para todo lo que se venía gestando me resultó hasta comedido y fácil en cierto modo.
Nota: 7,5
CONCLUSIÓN
Los chicos del valle es una opción perfecta para aquellos a los que les guste el terror religioso, el subgénero de posesiones, un poquito de gore y especialmente una novela bien construida y estructurada, con una excelente narrativa.
NOTA
8
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