Título: El exorcismo de mi mejor amiga (My Best Friend's Exorcism)
Autor: Grady Hendrix
Editorial en España: Minotauro
Traducción: Joan Josep Musarra Roca
Año de publicación: 2022 (2016 la edición original)
Nº de páginas: 352
Género: Terror
SINOPSIS (copiada de la contraportada):
Dos jóvenes estudiantes de Secundaria, llamadas Abby y Gretchen, se tienen la una a la otra como mejores amigas desde los tiempos de la infancia. Pero en una noche de juerga en la que se bañan desnudas todo les sale espantosamente mal y Gretchen, a partir de entonces... cambia. Está siempre de mal humor. Irritable. Y empiezan a sucederse extraños incidentes en los que, invariablemente, Gretchen está implicada. Abby empieza a investigar y se adentra en un misterio sobrecogedor...
Cuando la historia llegue a su momento culminante, el destino de Abby y Grechen girará en torno a una única pregunta: ¿La amistad entre ambas será lo bastante fuerte como para derrotar al Diablo?
Un espeluznante cruce entre Eternamente amigas y El exorcista, combina las angustias de la adolescencia, los dramas de la iniciación a la vida, los horrores más indescriptibles y un cóctel de canciones de moda de los años ochenta en un thriller sobrenatural de gran intensidad.
OPINIÓN
Contaba Grady Hendrix durante su visita al Festival Celsius 232, que en las películas de posesiones la niña o mujer que sufre la invasión demoníaca apenas es un mero objeto a disputar por las fuerzas del bien y del mal.
Que, vaya la casualidad, están encarnadas por dos hombres. Un cura y un demonio que gritan y maltratan a una mujer objeto, de la que apenas sabemos nada, porque su dolor no es lo importante.
De las ganas de subvertir eso, nace una sátira tan crítica y burlesca respecto de las convenciones religiosas y la hipócrita moral cristiana del sur de los EE UU durante los 80, como El exorcismo de mi mejor amiga.
A priori, tenemos todo aquello que suele encontrarse en el subgénero: lenguas muertas, voces dobles, bichos, vomitonas, deterioros físicos, animales devorados o comportamientos perturbadores. Incluso hay un exorcista.
La diferencia es que el foco de la historia no es la abnegada familia de la poseída, ni tampoco la puesta a prueba de la fe de un cura en horas bajas.
A la adolescente endemoniada, Gretchen, de poco le vale la religiosidad de unos padres hipócritas y esnobs. Su salvación tampoco va a depender de los maestros (incluido un cura) de su escuela privada (de fuerte moral cristiana), más preocupados por mantener contentos a los padres que sueltan la pasta, que por los alumnos a los que deben educar.
Si del mundo adulto que tan ácidamente critica Hendrix, dependiera, los problemas de Gretchen se solucionarían con un cambio de amistades. Pero precisamente, es su mejor Abby el único personaje que parece preocuparse realmente por el bienestar de Gretchen.
Mientras los adultos prejuzgan y viven en un mundo de apariencias, es Abby la que está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para recuperar a su amiga. Incluso si eso supone enfrentarse al demonio.
Así, el peso de la trama recae sobre Abby, quien es el personaje principal, una adolescente que convive con una familia que poco a poco se derrumba y a la que los problemas económicos rodean, contaminando los lazos entre sus miembros.
Lo único que tiene Abby es a Gretchen, esa amistad que nace en la infancia y que se enfrenta a una dura prueba durante la adolescencia. El vínculo afectivo entre las dos chicas es lo más importante de la novela, y todos los tópicos judeocristianos del subgénero de exorcismos están ahí para criticar brutalmente a la sociedad de la época.
El autor no duda en recurrir al sarcasmo y la mala leche para parodiar esa obsesión malsana que se vivió en los 80 por lo satánico, y en mostrar con saña que muchas veces se usó el término (aún se utiliza) para criminalizar todo aquello que nos parece diferente, auténtico, alejado de las rígidas convenciones morales de una sociedad que está realmente podrida por otros motivos: la crueldad con la que trata a sus chicas adolescentes, la obsesión malsana por las apariencias, el clasismo, la represión sexual o el sexismo.
Pero ojo, que la parodia, las intenciones críticas, o la bella historia de amistad no nos hagan olvidar que esta es una novela de terror. Con un tono muy peculiar, sí. Con una escena de exorcismo como nunca antes habías visto, también. No obstante, cuidado los aprensivos, porque hay alguna que otra escena bastante tremebunda (creo que todos nos estamos preguntando qué tipo de obsesión tiene este hombre con los bichos, y si habéis leído otras novelas suyas, ya me entendéis), e incluso alguna que puede dar un poquito de canguelo. Pero tranquilos, el nivel de terror no es muy elevado.
Y qué decir de ese final (que no desvelaremos, por supuesto). No sólo es bonito, sino que está escrito por alguien que, en mi opinión, ha sabido captar a la perfección que significa eso de la amistad cuando eres un adolescente incomprendido.
Divertido, afilado, ácido, imposible de soltar una vez te pones con él, lleno de escenas tremendamente visuales (este tío tiene una capacidad alucinante para meter en la cabeza del lector imágenes sórdidas); pero también precioso, esperanzador, un canto de amor a la amistad y una reivindicación de la capacidad de la adolescencia para romper a base de rebeldía con causa, los prejuicios y falsedades que en ocasiones dominan el mundo adulto.
Os reto a que no se os escape la lagrimilla en la última página.
Leed mucho. Si podéis :)
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