¡Hola
a quien lo lea!
Seguimos con el repaso (sí, ya sé
que muy mucho atrasado, soy lo peor) de lo mejor de este año que muchos
desearíamos olvidar. En general ha sido una mierda de año, sí, pero
paradójicamente también ha sido uno de los mejores que he tenido en cuanto a
calidad seriefila, ¿será acaso que no hemos tenido nada mejor que hacer? Mmm…
Como ya hice con el de mejores
lecturas, este es otro top 10 ordenado de lo peor a lo mejor. Fuera me he
dejado cosas maravillosas como las temporadas 3 y 4 de The Crown
(gracias Netflix por hacernos amar a Carlos en la tercera para odiarle
seguidamente en la cuarta), el final de Bojack Horsman (probablemente la
mejor serie original de Netflix, injustamente subestimada sólo porque es de
animación. Gente, superad vuestros prejuicios), la devastadora Podría
Destruirte o la última temporada de The Good Place (aka el mejor
último capítulo de una serie con perdón de A Dos Metros Bajo Tierra).
Eso para que os hagáis una idea de la calidad del top.
Sin
más preámbulos (que me enrollo cual persiana) empezamos:
10.
BROOKLYN NINE NINE (SEIS PRIMERAS TEMPORADAS DISPONIBLES EN NETFLIX).
Exclusivamente
mi culpa el no haber empezado antes a ver esta descacharrante comedia
(referencias para vosotros: la mente pensante de esto es el creador de la
mencionada The Good Place, The Office USA, o Parks and
Recreations), y confieso que la razón principal para mis reticencias es…que
es una comedia de polis. En USA. La cuna de la brutalidad policial y todo eso,
ya me entendéis.
Me daba miedo el tipo de humor, me
daban miedo los personajes y los arquetipos, y en general pensé que no iba a ir
para nada conmigo y que odiaría a Jake Peralta con todo mi ser. Y solo tras ver
el humor tan feel good y cero problemático que tiene The Good Place, es
que decidí darle una oportunidad.
Lo que pasó fue que me reí en voz
alta y me sentí en familia. Lo primero es importante, porque me cuesta
congeniar con las comedias, y casi siempre me tironean de la boca más que me
provocan carcajadas. Pero es lo segundo lo que me hace quedarme, porque si algo
he descubierto a lo largo de una vida plagada de narrativas e historias de
ficción es que yo soy una lectora/espectadora de personajes. Dame una buenísima
trama y personajes reguleros e igual te abandono la serie, pero sírveme en
bandeja un elenco de sujetos que me obsesionen, que me importen y añádele una
dinámica de grupo perfectamente establecida, divertida y que tira del tópico de
la “familia encontrada”, y ahí ya me tienes.
Todo eso es Brooklyn Nine Nine, un
happy place que se desarrolla en una comisaria donde los trabajadores acaban
siendo mucho más que compañeros de trabajo, con un jefe (aka el Capitán Holt)
que debería ser aquello a lo que todos los jefes deben aspirar en su vida y un
sentido del humor que demuestra que se puede ser gracioso (muy gracioso, de
hecho) sin ser un canallita políticamente incorrecto.
¿Mi favorito? Los amo a todos, pero
soy una básica y vivo por y para las interacciones entre Jake (y yo qué pensé
que le odiaría cuando es justamente el tipo de personaje que me gana) y ese
dios llamado Raymond Holt.
9. ASÍ NOS VEN (MINISERIE ORIGINAL
DE NETFLIX).
Y
pasamos bruscamente de la risa al llanto, la agonía, la rabia y la frustración.
Porque os digo algo desde ya, sólo hay una forma de ver la miniserie de Ava
DuVernay: desde las entrañas. ¿Creéis que exagero? Bueno, os reto a que os
pongáis el primer episodio y no se os agüen los ojos o no os levantéis
indignados del sofá gritando y desenado tirar cosas. Si no estáis
familiarizados con el caso lo más probable es que corráis a buscar en Google si
tremenda barbaridad ocurrió de verdad.
Pero estamos hablando de un caso de
racismo, injusticia y brutalidad policial en Estados Unidos, así que por
supuesto, la realidad siempre superará a la ficción.
La primera vez que escuché hablar de
los Cinco de Central Park fue en una clase de derecho penal en primer año de
carrera. Me impactó, pero recuerdo que no se me ocurrió indagar más sobre el
tema. Por suerte, a lo largo de los años he ido desarrollando una mejor
conciencia social, y para el momento en que me acerqué a esta miniserie ya
conocía el estremecedor caso real que retrata.
Los Cinco de Central Park fueron
unos chicos (unos niños, en realidad menores de edad para el momento en que
estos hechos sucedieron) a los que acusaron de la violación y el intento de
homicidio de una mujer, a la que supuestamente violaron mientras ella hacía
footing en el parque de Nueva York. La fundamentación de la acusación de la
Fiscalía se basaba en unos interrogatorios en los que se habían vulnerado los
derechos de los chicos (incluido el derecho procesal a que su abogado estuviera
presente o, qué menos, sus padres o tutores ya que eran menores de edad), se
los había coaccionado, amenazado, maltratado y básicamente intimidado para que
se autoinculpasen de unos delitos que no habían cometido.
Los chicos fueron básicamente chivos
expiatorios de un sistema que buscaba resolver el caso lo antes posible para
quedar bien ante la opinión pública, pero también fueron víctimas de un estado
sistemáticamente racista que desde el principio los condenó por su raza y por
el barrio en el que vivían (los chicos eran de mayoría afroamericana y entre
ellos había un musulmán y un latino, además, vivían en los barrios considerados
más problemáticos de Nueva York).
Así, cada capítulo de la miniserie
se centra en un episodio concreto de la injusticia y el infierno procesal que
estos chicos vivieron: los interrogatorios, el juicio, su paso por el
correccional de menores, pero también las consecuencias que tuvo para ellos el
estigma de haber sido señalados como criminales sexuales una vez que cumplieron
la condena y salieron a la calle. Discriminación, falta de oportunidades
laborales, problemas en sus relaciones interpersonales. Porqué, ¿cómo vas a
continuar viéndote con ese chico que parece tan majo cuando te cuenta que ha
cumplido condena por una agresión sexual? Te dice que lo acusaron falsamente,
pero claro, ¿es más fiable su palabra que el sistema de justicia de uno de los
estados de la “cuna de la democracia”? (riámonos todos juntos de esto último).
Especialmente estremecedor resulta
el episodio centrado en el único de los chicos que fue efectivamente juzgado
como mayor de edad, y que por tanto fue a parar a una cárcel de mayores.
Vejaciones, abusos, acoso por parte de los demás presos (dentro de la propia
cárcel los criminales sexuales son la escoria entre la escoria). En una
constatación más de esa frase que dice que la realidad supera a la ficción, el
verdadero culpable de la agresión era compañero de prisión de este chico, y
tras años callando su autoría en el crimen, acabó confesándolo por los remordimientos
de conciencia que le producían el ver las injusticias que se cometían contra su
compañero.
El caso se reabrió, el verdadero
culpable fue procesado y debidamente condenado y el Estado de Nueva York
indemnizó a los Cinco de Central Park.
Pero yo me preguntó si años de
sufrimiento, de injurias, de maltrato y humillación, en definitiva, si años de
vida perdidos, pueden recuperarse gracias a unos cuantos millones.
Si
creéis que “la tierra de la libertad” ha aprendido la lección, debéis saber que
en la miniserie aparece un señor multimillonario que no paraba de pedir la pena
de muerte para estos chicos mientras soltaba lindeces racistas por su boquita.
Si os digo que ese señor ha sido el último presidente de los Estados Unidos,
¿sabéis de quién estoy hablando?
8. THE GOOD FIGHT- T1 y T2 (DISPONIBLES LAS DOS PRIMERAS TEMPORADAS EN AMAZON PRIME VIDE

O Y LA SERIE EN MOVIESTAR).
Lo
voy a confesar desde ya: dejé The Good Wife a mitad de la tercera temporada. Le
reconozco la elegancia, el ingenio y el entretenimiento, pero hay algo que me
fallaba con ella: los personajes. Ni me entraba Alicia Florick, ni por supuesto
su familia, ni tampoco Will y otros compañeros de bufete.
El
único personaje que de verdad despertó algo de interés en mi es Diane Lockhart,
una de las socias del despacho de abogados en el que trabajaba la protagonista.
Me parecía un personaje misterioso, contradictorio en ocasiones, y con muchas
posibilidades.
Así
que decidí darle una oportunidad a este spin off coprotagonizado por ella, y me
quedé por el resto de personajes. Aunque no sólo por eso, por supuesto, porque
The Good Fight es la serie de abogados que mejor ha sabido reflejar la Estados
Unidos de Trump, coqueteando con la comedia más elegante y la parodia casi
inverosímil y conspiranoica, los abogados de The Good Fight (parte de un
despacho donde la identidad afroamericana es una de sus cartas de presentación)
bregan en el loco universo de la política de los Estados Unidos conscientes de
que deben encontrar un término medio entre la adaptación por supervivencia y la
defensa de las causas más justas y sociales que les han reportado el prestigio
que poseen.
Pero
no sólo de la crítica a Trump vive la serie, sino que cada episodio aprovecha
un caso judicial para abordar temáticas de plena actualidad: desde el Mee Too
hasta la brutalidad policial, pasando por los debates jurídicos sobre la
identidad sexual.
Otro
aspecto positivo de la serie son sus personajes femeninos: abundan los diversos
tipos de mujeres (aunque claro, siempre dentro de la clase media-alta en la que
juega su elenco, tampoco puede hablarse de diversidad total) y la perspectiva
de género está muy presente en los casos que llegan a este despacho.
En
definitiva, que si queréis estar al tanto de lo que pasa al otro lado del charco,
pasad de la prensa especializada y poneos un capítulo de The Good Fight (a ver,
no, leed la prensa, es importante. Pero ya me entendéis).
7. LA AMIGA ESTUPENDA-
T1 Y T2- HBO ESPAÑA
Para todos aquellos que opinan que
una amistad no puede marcar una vida de la misma forma que una historia de
amor, les aconsejo encarecidamente que se pongan a ver La Amiga Estupenda.
La adaptación de la tetralogía
napolitana de Elena Ferrante (pseudónimo de la misteriosa autora que se
encuentra tras estos libros) es una coproducción italo-estadounidense que narra
la vida de dos amigas (Lila y Lenú) en un conflictivo barrio napolitano a lo
largo de los años.
Comienza desde su niñez-pubertad en
los años 50 (temporada 1), hasta su vejez (la serie está narrada a voz en off
por una Lenú ya madura), siendo la última temporada emitida la segunda, que
aborda la juventud y la entrada en la vida adulta de las dos amigas.
Precisamente lo que mejor define a
la serie es eso: una historia de amistad entre dos chicas de un barrio marginal
que no podrían ser más distintas. Lenú es callada y agudamente observadora,
mientras que Lila es apasionada e impulsiva. A ambas las une algo tan
contradictorio como su espíritu competitivo, el saberse las niñas más listas de
la clase, y precisamente esa envidia, ese resquemor y ansia de superar a la
otra, será la tónica general de su amistad, un batiburrillo de sentimientos
maravillosos y dañinos, donde a veces no sabes si se quieren o se detestan,
pero no pueden evitar buscarse mutuamente.
A
medida que crecen, cuando Lila es obligada a dejar los estudios mientras Lenú
obtiene el apoyo de su familia para continuar con los mismos e incluso ir a la
universidad, el abismo entre ellas aumenta, pero el hilo que las une parece irrompible, haciendo que vuelvan la
una a la otra inevitablemente.
Estaréis pensando que una relación
así no suena muy bien (de hecho es bastante tóxica), y efectivamente pareciera
que incluso hay cierta desigualdad en los motivos que sustentan su amistad. Es
opinión común de la audiencia de la serie el considerar a Lenú como la “parte
buena” de la relación, que se ve atraída hacia la más mezquina Lila, que sería
la “parte mala”.
Por el contrario, creo que reducir
las complejidades de las protagonistas a términos de bondad o maldad resta
riqueza a unos personajes profundamente complejos y ricos en matices, marcados
por una brutal sociedad patriarcal, donde la violencia contra la mujer forma
parte de la cotidianidad y el bofetón como correctivo a la esposa, o los
correazos a la hija casquivana y desobediente son el pan de cada día.
Las actrices están espléndidamente
bien escogidas, con una mención especial a las elecciones de casting del
personaje de Lila, ya que tanto de niña como de adolescente-joven adulta
resulta imposible dejar de sentir fascinación por su difícil personalidad.
Acompañadas de un reparto solvente y
unos personajes secundarios igual de complejos, aunque su premisa es la del
tradicional coming of age, esta serie no deja de ser un retrato costumbrista
sobre la situación de la mujer en una época y un entorno muy concretos,
encandilando por la fuerza de su narrativa y la honestidad de las vivencias
relatadas.
Es imposible no verse arrastrado por
las vidas de Lila y Lenú, ni por la de sus vecinos, familias o amigos, tan
reales y con problemáticas tan cercanas (incluso a día de hoy, y especialmente
para los países mediterráneos) que parecería que en cualquier momento van a
saltar de la pequeña pantalla.
Por mi parte, ya he metido en mi
lista de pendientes a Elena Ferrante, inevitable pensar: si la serie es tan
buena, ¿qué maravillas me esperan entre las páginas de los libros?
6. COMMUNITY- T1-T6- ACTUALMENTE
DISPONIBLES EN NETFLIX.
Sí,
hace unos años empecé a ver Community y la abandoné. ¿Tenía yo idea acaso de la vida? Absoluta y
rotundamente no, porque las tres primeras temporadas de esta serie son la mejor
comedia de la televisión.
¿Pero oye, mejor que Friends, a la
que juraste amor eterno hace ya unos cuantos años? Que no me hagas repetirlo (pero la respuesta es
sí).
El
problema con Community es que no a todo el mundo le va a hacer gracia. Primero,
está el asunto del doblaje (claro caso de serie que en español pierde toda la
gracia. No, no estoy hablando del 90% por ciento, sino de un aplastante
99.999999%), luego, está el asunto de que no te la puedes tomar en serio,
porque cuando empiezas a ver Community debes hacer un pacto con los creadores
de la serie por el que entiendes que los veinte minutos que dura el capítulo
vas a vivir en un microcosmos donde todo es posible y las reglas lógicas que
rigen el comportamiento humano no aplican, y por último, porque es café para
cafeteros, una serie donde absolutamente cada capítulo incluye un mensaje meta
sobre la cultura popular, el cine o la televisión.
Como
olvidar a sus alocados personajes (en esta casa amamos a Donald Glover, aka
Troy, por encima de nuestras posibilidades, pero a Jeffrey también), al decano
(que es una institución en sí misma), los partidos de paintball, los bucles
temporales, las clases de español, los estudios de Nicolas Cage, las partidas
de dragones y mazmorras…
He
dicho que las tres primeras temporadas son historia de la televisión, aunque
eso no quiere decir que las tres restantes sean malas (aunque baja el nivel y
ciertos miembros del reparto se piran, sin sustituciones a la altura), sólo que
la segunda temporada de Community es posiblemente lo mejor que he visto en mi
vida.
5. MISS AMERICA-
MINISERIE-HBO
¿Una serie que habla (abiertamente)
sobre la segunda ola del feminismo en los estados unidos de los 70? ¿un cast de
actrices como la copa de un pino (para babear, os lo juro)? ¿el mejor opening
del año (casi de la historia)?
A los señoros definitivamente NO les
gusta esta serie. Pero como aquí nos importa un bledo lo que les importa a esa
inclasificable especie, voy a confesar que he vibrado durante todos y cada uno
de los nueve episodios de Miss America.
Cada uno de ellos está protagonizado
por una figura relevante del feminismo de la época (Gloria Steinem, Betty
Friedan o Bella Abzug entre otras), pero entre todas ellas destaca la Miss
America del título: Phyllis Schlafly, una rancia republicana que básicamente
contribuyó a que la Enmienda de Igualdad de Derechos no se aprobara en Estados
Unidos (aún no se ha aprobado, por cierto, oh la tierra de la libertad).
Esta mujer es una perita en dulce
para una actriz de la talla de Cate Blanchett, quien si bien no escapa del todo
de la villanización en su retrato de la protagonista, consigue sacar adelante
con la cabeza bien alta un personaje absolutamente odiable, una mujer que es en
la práctica una feminista (bueno, no nos pasemos, pero ya me entendéis, que
ella muy de la mujer en su casa para el marido de boquilla, pero luego tenía
una vida pública ajetreadísima y eso de predicar con el ejemplo se le daba
regulinchi), pero que monta toda una campaña de desprestigio contra la ERA con
los oscuros propósitos de ascender políticamente (que a ella la ERA le daba
igual, lo que quería era congraciarse con los señoros republicanos a los que no
les hacía gracia que una señora tuviese poder…¿contradicciones, dices?).
Nunca jamás podríamos comprender por
qué una mujer se confabularía con los hombres que intentan recortarle derechos
(eso no pasa en la actualidad ¿eh?), y la actitud de Phyllis provoca tanto
rechazo en cualquier mujer con un mínimo de cerebro y amor propio, que lo
cierto es que su caída final, ver cómo se da cuenta de que a pesar de lo que ha
conseguido los hombres de su partido la hacen de menos, genera una increíble
satisfacción.
Pero claro, ese sentimiento
revanchista sólo te dura un minuto, hasta que comprendes que la derrota de
Phyllis es la derrota de todas.
No veáis la serie si os intimidan las mujeres brillantes, pero por lo menos buscad el opening. De verdad.
Hasta aquí la primera parte del Top,
si eso dentro de seis meses nos vemos con la segunda (que no mujer. O sí).
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