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MI 2020 EN SERIES: UN AÑO DE BUENA COSECHA (YA SÉ QUE ESTAMOS EN MAYO).

 

¡Hola a quien lo lea!

            Seguimos con el repaso (sí, ya sé que muy mucho atrasado, soy lo peor) de lo mejor de este año que muchos desearíamos olvidar. En general ha sido una mierda de año, sí, pero paradójicamente también ha sido uno de los mejores que he tenido en cuanto a calidad seriefila, ¿será acaso que no hemos tenido nada mejor que hacer? Mmm…

            Como ya hice con el de mejores lecturas, este es otro top 10 ordenado de lo peor a lo mejor. Fuera me he dejado cosas maravillosas como las temporadas 3 y 4 de The Crown (gracias Netflix por hacernos amar a Carlos en la tercera para odiarle seguidamente en la cuarta), el final de Bojack Horsman (probablemente la mejor serie original de Netflix, injustamente subestimada sólo porque es de animación. Gente, superad vuestros prejuicios), la devastadora Podría Destruirte o la última temporada de The Good Place (aka el mejor último capítulo de una serie con perdón de A Dos Metros Bajo Tierra). Eso para que os hagáis una idea de la calidad del top.

Sin más preámbulos (que me enrollo cual persiana) empezamos:

            10. BROOKLYN NINE NINE (SEIS PRIMERAS TEMPORADAS DISPONIBLES EN NETFLIX).

    



            Exclusivamente mi culpa el no haber empezado antes a ver esta descacharrante comedia (referencias para vosotros: la mente pensante de esto es el creador de la mencionada The Good Place, The Office USA, o Parks and Recreations), y confieso que la razón principal para mis reticencias es…que es una comedia de polis. En USA. La cuna de la brutalidad policial y todo eso, ya me entendéis.

            Me daba miedo el tipo de humor, me daban miedo los personajes y los arquetipos, y en general pensé que no iba a ir para nada conmigo y que odiaría a Jake Peralta con todo mi ser. Y solo tras ver el humor tan feel good y cero problemático que tiene The Good Place, es que decidí darle una oportunidad.

            Lo que pasó fue que me reí en voz alta y me sentí en familia. Lo primero es importante, porque me cuesta congeniar con las comedias, y casi siempre me tironean de la boca más que me provocan carcajadas. Pero es lo segundo lo que me hace quedarme, porque si algo he descubierto a lo largo de una vida plagada de narrativas e historias de ficción es que yo soy una lectora/espectadora de personajes. Dame una buenísima trama y personajes reguleros e igual te abandono la serie, pero sírveme en bandeja un elenco de sujetos que me obsesionen, que me importen y añádele una dinámica de grupo perfectamente establecida, divertida y que tira del tópico de la “familia encontrada”, y ahí ya me tienes.

            Todo eso es Brooklyn Nine Nine, un happy place que se desarrolla en una comisaria donde los trabajadores acaban siendo mucho más que compañeros de trabajo, con un jefe (aka el Capitán Holt) que debería ser aquello a lo que todos los jefes deben aspirar en su vida y un sentido del humor que demuestra que se puede ser gracioso (muy gracioso, de hecho) sin ser un canallita políticamente incorrecto.

            ¿Mi favorito? Los amo a todos, pero soy una básica y vivo por y para las interacciones entre Jake (y yo qué pensé que le odiaría cuando es justamente el tipo de personaje que me gana) y ese dios llamado Raymond Holt.

                9. ASÍ NOS VEN (MINISERIE ORIGINAL DE NETFLIX).



            Y pasamos bruscamente de la risa al llanto, la agonía, la rabia y la frustración. Porque os digo algo desde ya, sólo hay una forma de ver la miniserie de Ava DuVernay: desde las entrañas. ¿Creéis que exagero? Bueno, os reto a que os pongáis el primer episodio y no se os agüen los ojos o no os levantéis indignados del sofá gritando y desenado tirar cosas. Si no estáis familiarizados con el caso lo más probable es que corráis a buscar en Google si tremenda barbaridad ocurrió de verdad.

            Pero estamos hablando de un caso de racismo, injusticia y brutalidad policial en Estados Unidos, así que por supuesto, la realidad siempre superará a la ficción.

            La primera vez que escuché hablar de los Cinco de Central Park fue en una clase de derecho penal en primer año de carrera. Me impactó, pero recuerdo que no se me ocurrió indagar más sobre el tema. Por suerte, a lo largo de los años he ido desarrollando una mejor conciencia social, y para el momento en que me acerqué a esta miniserie ya conocía el estremecedor caso real que retrata.

            Los Cinco de Central Park fueron unos chicos (unos niños, en realidad menores de edad para el momento en que estos hechos sucedieron) a los que acusaron de la violación y el intento de homicidio de una mujer, a la que supuestamente violaron mientras ella hacía footing en el parque de Nueva York. La fundamentación de la acusación de la Fiscalía se basaba en unos interrogatorios en los que se habían vulnerado los derechos de los chicos (incluido el derecho procesal a que su abogado estuviera presente o, qué menos, sus padres o tutores ya que eran menores de edad), se los había coaccionado, amenazado, maltratado y básicamente intimidado para que se autoinculpasen de unos delitos que no habían cometido.

            Los chicos fueron básicamente chivos expiatorios de un sistema que buscaba resolver el caso lo antes posible para quedar bien ante la opinión pública, pero también fueron víctimas de un estado sistemáticamente racista que desde el principio los condenó por su raza y por el barrio en el que vivían (los chicos eran de mayoría afroamericana y entre ellos había un musulmán y un latino, además, vivían en los barrios considerados más problemáticos de Nueva York).

            Así, cada capítulo de la miniserie se centra en un episodio concreto de la injusticia y el infierno procesal que estos chicos vivieron: los interrogatorios, el juicio, su paso por el correccional de menores, pero también las consecuencias que tuvo para ellos el estigma de haber sido señalados como criminales sexuales una vez que cumplieron la condena y salieron a la calle. Discriminación, falta de oportunidades laborales, problemas en sus relaciones interpersonales. Porqué, ¿cómo vas a continuar viéndote con ese chico que parece tan majo cuando te cuenta que ha cumplido condena por una agresión sexual? Te dice que lo acusaron falsamente, pero claro, ¿es más fiable su palabra que el sistema de justicia de uno de los estados de la “cuna de la democracia”? (riámonos todos juntos de esto último).

            Especialmente estremecedor resulta el episodio centrado en el único de los chicos que fue efectivamente juzgado como mayor de edad, y que por tanto fue a parar a una cárcel de mayores. Vejaciones, abusos, acoso por parte de los demás presos (dentro de la propia cárcel los criminales sexuales son la escoria entre la escoria). En una constatación más de esa frase que dice que la realidad supera a la ficción, el verdadero culpable de la agresión era compañero de prisión de este chico, y tras años callando su autoría en el crimen, acabó confesándolo por los remordimientos de conciencia que le producían el ver las injusticias que se cometían contra su compañero.

            El caso se reabrió, el verdadero culpable fue procesado y debidamente condenado y el Estado de Nueva York indemnizó a los Cinco de Central Park.

            Pero yo me preguntó si años de sufrimiento, de injurias, de maltrato y humillación, en definitiva, si años de vida perdidos, pueden recuperarse gracias a unos cuantos millones.

Si creéis que “la tierra de la libertad” ha aprendido la lección, debéis saber que en la miniserie aparece un señor multimillonario que no paraba de pedir la pena de muerte para estos chicos mientras soltaba lindeces racistas por su boquita. Si os digo que ese señor ha sido el último presidente de los Estados Unidos, ¿sabéis de quién estoy hablando?

8. THE GOOD FIGHT- T1 y T2 (DISPONIBLES LAS DOS PRIMERAS TEMPORADAS EN AMAZON PRIME VIDE

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O Y LA SERIE EN MOVIESTAR).



Lo voy a confesar desde ya: dejé The Good Wife a mitad de la tercera temporada. Le reconozco la elegancia, el ingenio y el entretenimiento, pero hay algo que me fallaba con ella: los personajes. Ni me entraba Alicia Florick, ni por supuesto su familia, ni tampoco Will y otros compañeros de bufete.

El único personaje que de verdad despertó algo de interés en mi es Diane Lockhart, una de las socias del despacho de abogados en el que trabajaba la protagonista. Me parecía un personaje misterioso, contradictorio en ocasiones, y con muchas posibilidades.

Así que decidí darle una oportunidad a este spin off coprotagonizado por ella, y me quedé por el resto de personajes. Aunque no sólo por eso, por supuesto, porque The Good Fight es la serie de abogados que mejor ha sabido reflejar la Estados Unidos de Trump, coqueteando con la comedia más elegante y la parodia casi inverosímil y conspiranoica, los abogados de The Good Fight (parte de un despacho donde la identidad afroamericana es una de sus cartas de presentación) bregan en el loco universo de la política de los Estados Unidos conscientes de que deben encontrar un término medio entre la adaptación por supervivencia y la defensa de las causas más justas y sociales que les han reportado el prestigio que poseen.

Pero no sólo de la crítica a Trump vive la serie, sino que cada episodio aprovecha un caso judicial para abordar temáticas de plena actualidad: desde el Mee Too hasta la brutalidad policial, pasando por los debates jurídicos sobre la identidad sexual.

Otro aspecto positivo de la serie son sus personajes femeninos: abundan los diversos tipos de mujeres (aunque claro, siempre dentro de la clase media-alta en la que juega su elenco, tampoco puede hablarse de diversidad total) y la perspectiva de género está muy presente en los casos que llegan a este despacho.

En definitiva, que si queréis estar al tanto de lo que pasa al otro lado del charco, pasad de la prensa especializada y poneos un capítulo de The Good Fight (a ver, no, leed la prensa, es importante. Pero ya me entendéis).

7. LA AMIGA ESTUPENDA- T1 Y T2- HBO ESPAÑA



            Para todos aquellos que opinan que una amistad no puede marcar una vida de la misma forma que una historia de amor, les aconsejo encarecidamente que se pongan a ver La Amiga Estupenda.

            La adaptación de la tetralogía napolitana de Elena Ferrante (pseudónimo de la misteriosa autora que se encuentra tras estos libros) es una coproducción italo-estadounidense que narra la vida de dos amigas (Lila y Lenú) en un conflictivo barrio napolitano a lo largo de los años.

            Comienza desde su niñez-pubertad en los años 50 (temporada 1), hasta su vejez (la serie está narrada a voz en off por una Lenú ya madura), siendo la última temporada emitida la segunda, que aborda la juventud y la entrada en la vida adulta de las dos amigas.

            Precisamente lo que mejor define a la serie es eso: una historia de amistad entre dos chicas de un barrio marginal que no podrían ser más distintas. Lenú es callada y agudamente observadora, mientras que Lila es apasionada e impulsiva. A ambas las une algo tan contradictorio como su espíritu competitivo, el saberse las niñas más listas de la clase, y precisamente esa envidia, ese resquemor y ansia de superar a la otra, será la tónica general de su amistad, un batiburrillo de sentimientos maravillosos y dañinos, donde a veces no sabes si se quieren o se detestan, pero no pueden evitar buscarse mutuamente.

A medida que crecen, cuando Lila es obligada a dejar los estudios mientras Lenú obtiene el apoyo de su familia para continuar con los mismos e incluso ir a la universidad, el abismo entre ellas aumenta, pero el hilo que las une  parece irrompible, haciendo que vuelvan la una a la otra inevitablemente.

            Estaréis pensando que una relación así no suena muy bien (de hecho es bastante tóxica), y efectivamente pareciera que incluso hay cierta desigualdad en los motivos que sustentan su amistad. Es opinión común de la audiencia de la serie el considerar a Lenú como la “parte buena” de la relación, que se ve atraída hacia la más mezquina Lila, que sería la “parte mala”.

            Por el contrario, creo que reducir las complejidades de las protagonistas a términos de bondad o maldad resta riqueza a unos personajes profundamente complejos y ricos en matices, marcados por una brutal sociedad patriarcal, donde la violencia contra la mujer forma parte de la cotidianidad y el bofetón como correctivo a la esposa, o los correazos a la hija casquivana y desobediente son el pan de cada día.

            Las actrices están espléndidamente bien escogidas, con una mención especial a las elecciones de casting del personaje de Lila, ya que tanto de niña como de adolescente-joven adulta resulta imposible dejar de sentir fascinación por su difícil personalidad.

            Acompañadas de un reparto solvente y unos personajes secundarios igual de complejos, aunque su premisa es la del tradicional coming of age, esta serie no deja de ser un retrato costumbrista sobre la situación de la mujer en una época y un entorno muy concretos, encandilando por la fuerza de su narrativa y la honestidad de las vivencias relatadas.

            Es imposible no verse arrastrado por las vidas de Lila y Lenú, ni por la de sus vecinos, familias o amigos, tan reales y con problemáticas tan cercanas (incluso a día de hoy, y especialmente para los países mediterráneos) que parecería que en cualquier momento van a saltar de la pequeña pantalla.

            Por mi parte, ya he metido en mi lista de pendientes a Elena Ferrante, inevitable pensar: si la serie es tan buena, ¿qué maravillas me esperan entre las páginas de los libros?

                6. COMMUNITY- T1-T6- ACTUALMENTE DISPONIBLES EN NETFLIX.



            Sí, hace unos años empecé a ver Community y la abandoné.  ¿Tenía yo idea acaso de la vida? Absoluta y rotundamente no, porque las tres primeras temporadas de esta serie son la mejor comedia de la televisión.

            ¿Pero oye, mejor que Friends, a la que juraste amor eterno hace ya unos cuantos años?  Que no me hagas repetirlo (pero la respuesta es sí).

El problema con Community es que no a todo el mundo le va a hacer gracia. Primero, está el asunto del doblaje (claro caso de serie que en español pierde toda la gracia. No, no estoy hablando del 90% por ciento, sino de un aplastante 99.999999%), luego, está el asunto de que no te la puedes tomar en serio, porque cuando empiezas a ver Community debes hacer un pacto con los creadores de la serie por el que entiendes que los veinte minutos que dura el capítulo vas a vivir en un microcosmos donde todo es posible y las reglas lógicas que rigen el comportamiento humano no aplican, y por último, porque es café para cafeteros, una serie donde absolutamente cada capítulo incluye un mensaje meta sobre la cultura popular, el cine o la televisión.

Como olvidar a sus alocados personajes (en esta casa amamos a Donald Glover, aka Troy, por encima de nuestras posibilidades, pero a Jeffrey también), al decano (que es una institución en sí misma), los partidos de paintball, los bucles temporales, las clases de español, los estudios de Nicolas Cage, las partidas de dragones y mazmorras…

He dicho que las tres primeras temporadas son historia de la televisión, aunque eso no quiere decir que las tres restantes sean malas (aunque baja el nivel y ciertos miembros del reparto se piran, sin sustituciones a la altura), sólo que la segunda temporada de Community es posiblemente lo mejor que he visto en mi vida.

5. MISS AMERICA- MINISERIE-HBO



            ¿Una serie que habla (abiertamente) sobre la segunda ola del feminismo en los estados unidos de los 70? ¿un cast de actrices como la copa de un pino (para babear, os lo juro)? ¿el mejor opening del año (casi de la historia)?

            A los señoros definitivamente NO les gusta esta serie. Pero como aquí nos importa un bledo lo que les importa a esa inclasificable especie, voy a confesar que he vibrado durante todos y cada uno de los nueve episodios de Miss America.

            Cada uno de ellos está protagonizado por una figura relevante del feminismo de la época (Gloria Steinem, Betty Friedan o Bella Abzug entre otras), pero entre todas ellas destaca la Miss America del título: Phyllis Schlafly, una rancia republicana que básicamente contribuyó a que la Enmienda de Igualdad de Derechos no se aprobara en Estados Unidos (aún no se ha aprobado, por cierto, oh la tierra de la libertad).

            Esta mujer es una perita en dulce para una actriz de la talla de Cate Blanchett, quien si bien no escapa del todo de la villanización en su retrato de la protagonista, consigue sacar adelante con la cabeza bien alta un personaje absolutamente odiable, una mujer que es en la práctica una feminista (bueno, no nos pasemos, pero ya me entendéis, que ella muy de la mujer en su casa para el marido de boquilla, pero luego tenía una vida pública ajetreadísima y eso de predicar con el ejemplo se le daba regulinchi), pero que monta toda una campaña de desprestigio contra la ERA con los oscuros propósitos de ascender políticamente (que a ella la ERA le daba igual, lo que quería era congraciarse con los señoros republicanos a los que no les hacía gracia que una señora tuviese poder…¿contradicciones, dices?).

            Nunca jamás podríamos comprender por qué una mujer se confabularía con los hombres que intentan recortarle derechos (eso no pasa en la actualidad ¿eh?), y la actitud de Phyllis provoca tanto rechazo en cualquier mujer con un mínimo de cerebro y amor propio, que lo cierto es que su caída final, ver cómo se da cuenta de que a pesar de lo que ha conseguido los hombres de su partido la hacen de menos, genera una increíble satisfacción.

            Pero claro, ese sentimiento revanchista sólo te dura un minuto, hasta que comprendes que la derrota de Phyllis es la derrota de todas.

               No veáis la serie si os intimidan las mujeres brillantes, pero por lo menos buscad el opening. De verdad.

            Hasta aquí la primera parte del Top, si eso dentro de seis meses nos vemos con la segunda (que no mujer. O sí).


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