Ficha Técnica.
Título: Halt and Catch Fire.
País: Estados Unidos
Creador(es): Cristopher Cantwell y Cristopher C.
Rogers.
Productora: AMC Studios.
Temporadas:
4
Género:
Drama
¿De qué va?
Corren los años 80 y Joe MacMilan, un ejecutivo con espíritu visionario, convence a Cam, una joven programadora prodigio y a Gordon, un ingeniero frustrado para embarcarse en la construcción de un PC en el seno de una pequeña empresa texana.
El objetivo común del equipo comienza a tambalearse
cuando entran en escena el choque de egos, ambiciones, relaciones, y en
definitiva, ideas divergentes sobre hacia donde debe encaminarse el proyecto.
Paralelamente, el implacable avance tecnológico
marcado por las grandes corporaciones enfrenta a los personajes a una constante
pregunta: ¿qué es más importante, el ingenio o el mercado?
Crítica ( o de qué va realmente Halt and Catch
Fire).
Halt and Catch Fire es una de esas series.
Ya sabéis. Hay series para un rato, para cuando
estás tan cansado después de un día solucionando problemas de otros que ni
siquiera te queda tiempo para resolver tu propia vida. Te las pones de fondo
porque sabes que si echas una cabezadita no pierdes el hilo.
Luego están esas series más sesudas, las que te
pones cuando tienes tiempo libre y la mente despejada porque te han dicho que
es tan buena que no puedes perderte nada y hasta el humo de un cigarrillo
implica una metáfora sobre la vida que tienes que diseccionar cuidadosamente.
También las hay que te ponen una sonrisa en la
cara, esas en las que te gustaría vivir porque todo el mundo parece feliz y
hasta los problemas más difíciles se resuelven con palabras bonitas y sólo
buenas intenciones. O esos dramones
catárticos que te ayudan a vaciarte de las injusticias que has tenido que
comerte ese día.
Pero también existen esas series. A las que asistes no ya como espectador, sino como un
elemento más de la historia, que vives y respiras como si fuese tu propia vida.
A cuyos personajes acompañas en sus triunfos y caídas como si fuesen parte de
tu entorno. Esas series que sientes y no puedes quitarte de la cabeza cuando ha
terminado un capítulo, volviendo siempre a por más, hasta que acaban porque ya
te han contado lo que tenías que saber, dejándote con la sensación de qué has
perdido algo que no vas a poder sustituir.
Halt and Catch Fire es esa clase de historia.
La excusa son los ordenadores, pero podría ser
cualquier otra cosa. Porque igual que en los mejores dramas, lo que importa son
los personajes. Sus puntos de partida y los de llegada, y especialmente todo lo
que hay entremedias.
Esta no deja de ser la historia de un grupo de
soñadores cuyas pasiones les unen y les distancian, les hermanan y les
enemistan. Porque si hay un adjetivo que define a la perfección a Halt and
Catch Fire es apasionante, y si tuviéramos que concretar el tema central de la
serie, ese sería, sin duda, la incesante búsqueda de conectarnos los unos con
los otros.
Así que cuando asistimos a su cuarta (y última)
temporada nos queda claro que lo importante de su narrativa nunca ha dejado de
ser la relación entre cinco personas unidas por un sueño común a lo largo de
los años (nada menos que una década), y que el viaje concluye cuando por fin
entienden (entendemos) que la tecnología es sólo un medio para alcanzar un fin
más grande e inabarcable.
Por eso, cuando pienso en Halt and Catch Fire un
mes después de haberla terminado, no me recreo en los complicados avances
tecnológicos que han acompañado a los personajes y que una graduada en ciencias sociales como yo no
puede (ni siente interés) en comprender.
Pero sí pienso en Cam acompañando a Donna a la Clínica
de Control de Natalidad, en un Joe incapaz de pronunciar el nombre de Cam sin
derrumbarse delante de la mujer con la que va a casarse, en el afecto entre Donna
y Gordon, cuyo cariño supera su propio divorcio; o en Jon Bosworth condenando la vida que
había llevado hasta entonces porque intentar aquello en lo que cree le merece más
la pena.
Al final lo que queda es el recuerdo de Cam
quedándose porque Donna tiene una idea, y porque trabajar juntas es lo más
divertido que ambas han hecho en su vida. También esa fotografía de Gordon en
el escritorio de Joe, cuando éste al fin comprende qué es lo que ha estado
buscando durante toda su vida.
Especialmente recordaré cuándo supe que me había
enamorado de Halt and Catch Fire: durante ese viaje a la Comdex del 83, en el
que cuatro personajes que no tenían nada que perder trabajaron juntos por
encontrar algo que ganar. Quizá ellos no lo sabían, pero ese sería el punto de
inflexión que marcaría sus vidas a lo largo de los próximos diez años.
Yo, desde luego, aún no me he recuperado.
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